A dos días de la desaparición, la familia de Juan Terra decidió instalarse en las inmediaciones de Azotea de Ramírez. Querían estar cerca por si aparecía.
Las primeras noches durmieron en una camioneta. Unos colchones en la parte trasera les sirvieron de cama. Podían ver las estrellas, pero no importaba: era verano, hacía calor y casi no dormían.